sábado, 18 de mayo de 2013

ETNICIDAD Y ANCESTRALIDAD DE PICOAZA


LECTURAS SOBRE LECTURAS
APRECIACIONES ANTROPOLOGICAS
DE TEXTOLOGIA ETNOARQUEOLOGICA
 
ETNICIDAD Y ANCESTRALIDAD DE PICOAZA
APORTACION A LA TEORÍA-CONCEPTO MANABI
 
 
Autor: Manuel Eduardo Andrade Palma
Abogado, Especializado en Derecho Internacional
Jurista - Máster en Ciencias Jurídicas – RUDN
Universidad Amistad de los Pueblos - Moscú - RUSIA
Master  en Arqueología del Neotrópico – ESPOL
 
 
 
El tema de las etnias ancestrales en la costa del Ecuador actual, no ha sido abordado por la antropología cientista contemporánea, salvo escasos y esporádicos estudios sincrónicos, sin repercusión mayor, pero de iniciática trascendencia para estudios posteriores. La tentativa de este ensayo, es analizar los límites y las posibilidades por rescatar de la omisión a la etnia aborigen subyacente del pueblo de Picoaza y su puesta en valor, de común con las iniciativas de rescate patrimonial a través de la institucionalidad estatal, la intervención arqueológica de la Ciudad de los Cerros de Hojas-Jaboncillo y, la persistente necesidad de empoderar la etnicidad ancestral, perviviente y no discriminatora en este escrito, de los Picoazos, como legatarios de una heredad histórico-patrimonial. El análisis, básicamente converge hacia el contexto bibliográfico de las escasas publicaciones existentes -crónicas de indias y estudios concurrentes- en torno al tema; a la textualidad oral y la antropología social asumible, con teorías y métodos apropiados para discernir con criterio, la complejidad de la sociedad aborigen y presente, en su temporalidad analógica con la territorialidad del “Señorío del Jocay”. La conclusión seria, visibilizar la etnicidad y trascendencia del Pueblo de Picoaza, integrándola al concepto Manabí actual.
 
 

LA ETNICIDAD REIMAGINADA.-
 
El concepto etnicidad goza de complejidades extremas en su definición. El eje transversal del hecho colonial concuerda con la reducción y sometimiento de la población aborigen, obrada por la incursión invasora de España. La diezmada plurietnicicidad del novo continente usurpado, género en la resistencia y el contacto, una biogénesis poblacional constitutiva de la “población mestiza” -(apreciación discutible)-, asimiladora identificada del dominio colonial. Al margen de la coincidencia fenotípica, nuestros indígenas prefirieron ser el otro, desdeñando, negando y ocultando sus raíces primigenias y el nosotros.        
 
En el continente Americano, nombre impuesto e ilógico, como todo lo demás; -tanto como es ilógico el nombre de nuestro país: concepto de una línea imaginaria que también pasa por Kenia y Guinea-; el coloniaje inquisidor asumió todos los poderes, homogenizando monolíticamente la identidad, etnicidad, heredad patrimonial y la conciencia de nuestros pueblos indígenas, categorizándolas en “lo indio”, designación e invento, que no tiene razón de ser, (el usurpador no conquisto “las indias”), encapsulando lo aborigen diverso, etnias-nacionalidades y su entorno, en la enunciación y designación “indianizadora” a todo lo ancestral. Esto explica las categorías antropológicas conflictuantes el otro/nosotros, no indios/indios, colonizadores/colonizados, occidentales/aborígenes.
 
Nuestra identidad como nación y etnicidad biogenética, ha sido negada, invisibilizada, forjada, irreconocida, inadmitida; somos una sociedad mimetizada y deducida, lo evidente, es considerado no nuestro, exótico, como producto de la negación y el olvido. Los pueblos aborígenes que han resistido al embate opresor, de sumisión y explotación, extrajeron recursos de permisibilidad obediente para su supervivencia étnica-identitaria. Pero, su razón negociable de inclusión en la sociedad mestizada actual, son precisamente los caudales de sobrevivencia que le han permitido existir.
 

La reimaginación de la identidad étnica y la lucha por la territorialidad sustentadora, se han convertido en Ecuador -y en América Latina-, en una fuerza transformadora del escenario de subordinación e invisibilidad a que han sido sometidos los indígenas, cholos, montubios, serranos, amazónicos, negros e insulares, por el proyecto de nación mestiza. En torno a “lo mestizo” -(el término es apropiado o no, científicamente no hay razas puras, pero se lo signa a la mixtura entre españoles e indígenas), su conflictividad incide directamente en su diversidad. Es notoria la disparidad en los nombres toponímicos de las ciudades aborígenes antepuestas con el santoral occidental y las efemérides fundacionales, todas mediatizadas y confrontadas con la memoria colectiva de los pueblos oprimidos; así mismo, se asume antroponímicamente lo santificado emblemáticamente, para nombres y apellidos en la identificación personal.
 
ETNICIDAD Y ESTADO-
 
Para el mundo contemporáneo, el Estado unitario, en el orden jurídico formal, ha considerado  reformarse, al margen de su fractura conceptual, haciéndose eco en el reconocimiento de la diversidad étnica y el carácter multicultural de las sociedades sudamericanas, asociadas con varios factores, tales como, la reinvención de la identidad y el surgimiento de nuevos movimientos étnicos, lo que comienza a ser conocido como las “nuevas etnicidades” -(a nuestro criterio es un término inapropiado)- (Hall 1991a, 1991b). Sin embargo, la movilización de los actores étnicos no ha sido el único factor. La crisis fiscal y de legitimidad del Estado, las políticas económicas implementadas han sido determinantes.  Esto quebranta el propósito de las elites políticas que por más de siglo y medio buscó la cimentación de estados mestizos, en razón de la estrategia de aniquilación o asimilación del indígena. La extinción y etnocidio de nuestros pueblos aborígenes tienen imbricaciones diversas, con resultados diferentes. La colonia y su proceso de dominación ha ido exterminando paulatinamente a la población ancestral o los sustratos fueron asimilados de una u otra forma. Esto confluye en que las élites “nacientes” de las naciones americanas, desarrollaran tres líneas de política para afrontar el “problema indio”, considerado como uno de los primordiales obstáculos para el desarrollo nacional:
 
Primero.- Los indígenas -( o sea, los indios? Y cómo reconocerlos? Quiénes son? Los montubios son indios? O ya no lo son porque no tienen un idioma y una forma de vestir?)- del continente afrontan un proceso de exterminio fulminante, ya que el desarrollo económico requiere de tierras para los asentamientos y las empresas transnacionales, exigen la explotación de los recursos naturales.
 
Segundo.- El confinamiento de las comunidades aborígenes, -(termino más acertado)-, en reservaciones o reducciones, hacia tierras regularmente agrestes y remotas.
 
Tercero.- La integración o asimilación, que ganó aceptación en los años veinte del siglo pasado entre intelectuales como José Carlos Mariátegui en el Perú (Cott, 1995; Stavenhagen, 1992), subyace como reclame en Ecuador.
 
En las dos últimas décadas, se han promulgado nuevas constituciones en varios países hispanoamericanos. Su particularidad más notable es reconocer la  diversidad  étnica  y  el  carácter multicultural de sus sociedades. (Assies, 2000; Cott, 1995, 2000). Sin perplejidad, ello  manifiesta  el  nuevo  compromiso  y  la  reinvención  de  la  etnicidad y la incidencia de nuevas tendencias sociales al interior de los pueblos indígenas. Por decir, las constituciones que reconocen el carácter pluriétnico y multicultural de sus sociedades, son: Panamá (1983), Guatemala (1985), Nicaragua (1986), Colombia (1991), México (1992), Paraguay (1992), Perú (1993), Chile modificó su Ley Indígena en 1993, Argentina, (1994), Bolivia, (1994), Brasil (1998), Costa Rica (1997), Venezuela (2000) y Ecuador (2008).
 
Lo notorio, es que estas constituciones tienen definiciones diferentes del concepto -Estados pluriétnicos y multiculturales-, en el cual, antes, sólo se contemplaba  una nación y una cultura, -(¿la etnia no está caracterizada por la cultura?)- lo que continua sin que nada haya cambiado esencialmente en la composición “objetiva” de la población. (Cairo y Castillo, 2004); pero, los cambios generados en el imaginario del estado mestizo y en las organizaciones institucionales, se localizan en manifiestos procesos de innovación de identidades negativas en positivas. Por ejemplo, indígenas diversos, “indios”, negros, mulatos, cholos, montubios y otras identidades de la colonialidad, fueron erigidos como seres inferiores por el imaginario cristianizador y “civilizador”, pero actualmente se han convertido en actores sociales y, mediante el uso estratégico de la etnicidad han subvertido el contexto de dominación e invisibilidad al que fueron sometidos por el proyecto de construcción nacional.
 
Las permutas en el imaginario de los integrantes de la Nación, las mutaciones en el Estado  unitario,  los procesos de refabricación de la identidad y el uso instrumental de la divergencias que han construido los actores étnicos en su lucha, acreditan ser  examinados, porque constituyen la irrupción de  la identidad, una de las tendencias de la lucha política más significativas en la era del capitalismo global.
 
LO POLITICO Y LO ETNICO.-

 
 
El estudio de las identidades políticas, es un tema excitante, pero en sí mismo complejo, exige una aproximación teórica más acorde con la realidad social investigada. Esto nos convoca a analizar los procesos identitarios desde la óptica de una investigación más objetiva; quizás, asumiendo una perspectiva teórica constructivista.
 
Un análisis con visión constructivista, significa considerar diversas variables y puntos de vista desde una concepción filosófica, social y psicológica. Vale el considerando, que el constructivismo es el modelo que mantiene una persona, en los aspectos cognitivos, sociales y afectivos del comportamiento, pero no es un mero producto del ambiente, ni un simple resultado de sus disposiciones internas, sino una construcción propia, que se va produciendo día a día como resultado de la interacción de estos dos factores. En consecuencia, según la posición constructivista, el conocimiento no es una copia de la realidad, sino una construcción del ser humano, esta construcción se realiza con los esquemas que la persona ya posee (conocimientos previos), o sea con lo que ya construyó en su relación con el medio que lo rodea. Esta construcción que se realiza todos los días y en casi todos los contextos de la vida, depende sobre todo de dos aspectos: De la representación inicial que se tiene de la nueva información y de la actividad externa o interna que se desarrolla al respecto.
 
En definitiva, todo análisis con carácter constructivista, supone una construcción que se realiza a través de un proceso mental que conlleva a la adquisición de un conocimiento nuevo. Pero en este proceso no es solo el nuevo conocimiento lo que se adquiere, sino, sobre todo, la posibilidad de construirlo y adquirir una nueva competencia que le permitirá generalizar; es decir, aplicar lo ya conocido a una situación nueva. La intencionalidad en lo que respecta al pueblo de Picoaza, son de indiscutible valía, para el logro de los propósitos iniciáticos. Por lo que urge crear experiencias previas a las nuevas construcciones mentales, sociales y políticas, considerando que la construcción se produce:
 
1.            Cuando el sujeto interactúa con el objeto del conocimiento (Piaget).
2.            Cuando esto lo realiza en interacción con otros (Vigotsky).
3.            Cuando es significativo para el sujeto (Ausubel).
 
Establecer una estrategia adecuada para llevar a la práctica nuestra propuesta, implica acreditar un método de construcción de este proyecto, que es el que nos permitirá  interactuar en situaciones concretas - significativas y estimulara el "saber", el "saber hacer" y el "saber ser"; es decir, lo conceptual, lo procedimental y lo actitudinal. Esto establece teóricamente la égida en que los involucrados -el pueblo de Picoaza- tendrán que asumir.
 
IDENTIDAD, ETNIZACION Y TERRITORIALIDAD.-
 
La identidad, etnización y territorialidad del actual pueblo de Picoaza permaneció imbricada en su contextualidad aborigen hasta después de la llegada de los españoles y permaneció distanciada del contexto colonial hasta el momento de su categorización como reducción de pueblo de indios. 
 
En la costa y en particular en la actual provincia de Manabí, el tipo de articulación y el grado de desarrollo de los grupos nativos parece entorpecer antes que favorecer la implantación del modelo colonial. De ahí que existe la necesidad  de observar brevemente, la situación de los grupos indígenas en el Manabí actual, para el caso, Picoaza, a la llegada de los Españoles, pues de lo contrario resulta difícil de entender no solamente la debilidad del proceso colonial local, sino hechos más concretos como el poblamiento español, el estancamiento e involución de ciudades de fundación temprana, la desaparición de identidades étnicas y otra serie de características que son en definitiva las que dan forma a la historia provincial.
 
REDUCCIONES INDÍGENAS DE PUERTO VIEJO - PICOAZA
 
En el caso de Manabí “Luego de la invasión española (que se enfrentó a una importante y larga resistencia de los pueblos indígenas de la zona) se conformó un destacamento relativamente débil de la clase dominante local que no logro reclutar mano de obra ni imponer a la sociedad un sistema hacendario. Los indígenas que sobrevivieron a la conquista y resistencia se negaron a la venta de su fuerza de trabajo y se retiraron a territorios apartados donde se dedicaron al logro de su auto subsistencia, dando origen a la pequeña parcela agrícola que hasta hoy día predomina en la provincia. Muchas de las fortunas que juntaron (unas pocas familias pudientes) fueron hechas a partir de predios que fueron objeto de numerosas disputas de tierra con comunidades indígenas” (Banda y Lesse, 1987:197). Los indígenas de Portoviejo se insertaron sin dificultad en la economía mercantil para asombro de los primeros Cronistas como Cieza de León, compitiendo con los españoles (Dueñas, 2003:143 y 146).
 
Las Reducciones idealmente deberían reproducir la cultura dominante, pero también producen prácticas, en lo local, que contradicen o adaptan los valores de la dominación con un estilo particular y a la vez alternativo, que contribuye a la supervivencia de los individuos. Este espacio asignado y delimitado, supone el doble ejercicio de incluirlos como parte del nuevo orden social a la vez que excluirlos al confinamiento de la reducción. Sin embargo, este espacio físico se convierte en una “encrucijada de prácticas políticas” que son las que permiten explicar, que lejos de producirse una dominación completa y absoluta, la población indígena es capaz de recrearse y resistir. Lo consiguen aprendiendo a negociar, recomponiendo su organización e identidades, y aprovechando en su propio beneficio, las mismas contradicciones y conflictos de una sociedad dominante que se muestra con debilidades internas, y que no consigue operar como un bloque totalmente estructurado (Coello, 2006; Gledhill, 2000).
 
En la Relación de la Gobernación de Guayaquil - 1605. (Segunda parte de la descripción de Guayaquil, en que se trata de la ciudad de Puerto Viejo y su Distrito), en torno a Picoaza, se expresa: "Picuaza llaman a este pueblo de la Asunción de nuestra señora de Picuaza. Rejujéronse en él otros pueblos o parcialidades. El sitio dónde está fundado era un pueblo llamado Giguivi; llamóse Picuaza del nombre del Cacique a quienes aquella parcialidades  obedecían. Hizo la reducción un Alonso de Almao, vecino de Puerto Viejo, por comisión del Visitador Bernardo de Loaysa. Dicen habrá 43 o 48 años que se fundó, y que los indios que entonces había en aquellas parcialidades o pueblos antes de la reducción eran más de 500 tributarios, sin las mujeres y chusma, que por enfermedades y otras causas, a que generalmente suelen atribuir la disminución de los indios, han venido a muy menor número"…"El pueblo de Picuaza está fundado en triangulo y tiene al medio una plaza cuadrada. Las casas de vivienda son 80, hechas de palo y cañas y cubiertas de paja. Tiene al oriente a Puerto Viejo, del que distan 8 leguas; al occidente el mar, que está a dos leguas. De Guayaquil dista 40. El lugar está fuera del camino Real y así no es pasajero. Para ir a Guayaquil salen a Gipijapa".
 
La rigurosidad de este trabajo cubre etapas tan diversas entre si, en la imposibilidad de entender la sociedad que emerge como resultado de un factor exógeno -el hecho colonial o la vinculación de sus diferentes modalidades al mercado mundial-, sin primero asumir a los sectores sociales que intervienen y las relaciones que emanan entre sí. No solo hacemos mención a su ubicación con respecto al proceso productivo, sino también a la tradición cultural y a su ideología particular como pueblo aborigen.
 
 
 
LA CONQUISTA Y EL PROCESO COLONIAL
 
La conquista conjetura la inmediación violenta entre la dureza colonizadora, de la España posfeudal y sociedades que expresan diferentes grados de desarrollo y otras formas de coyuntura social (Cardoso y Brignoli, 1979). La ordenación del espacio confiscado, reconoce las necesidades funcionales de la metrópoli colonialista, no obstante lo cual, dicha coherencia debió ajustarse al tipo de organizaciones indígenas existentes. Desde esta traza, el proceso colonial tiene contradicciones diferentes en la sierra, en donde la articulación y conquista previa de las comunidades por los Incas, provee la inserción de los nuevos conquistadores, a la vez que viabiliza su refuncionalización acorde con las exigencias que plantea la España del siglo XVI (Velasco, 1975). Este argumento se ve reforzado si se tiene en cuenta la discrepancia que existe entre aquello que plantea la arqueología evolucionista con respecto a las culturas aborígenes del Manabí actual para este periodo y lo que se puede deducir de relatos de testigos oculares y cronistas de la conquista.
 
Bien vale una introducción mínima a la historia de la “Ciudad de los Cerros”, que está siendo actualmente investigada y que mantiene íntima relación en su desarrollo procesual con el pueblo de Picoaza. Está área patrimonial comprende grandes asentamientos ocupacionales de nuestras etnias aborígenes iniciales; la misma, que ha sido poco conocida a nivel científico, aunque debido a los descubrimientos fortuitos y al inmisericorde saqueo de sus reservas, se nos permite valorar la dimensionaldad y lo extraordinario del hallazgo y existencia de la misma. Referido inicialmente por Manuel Villavicencio en 1858, en su “Geografía de la República del Ecuador”, New York; en donde observa “un círculo de sillas de piedra lo menos en número de 30, cada una de las cuales es una esfinge sobre la que está el asiento con dos brazos, todo de piedra bien labrada...”. Años después, Marshall Saville, en 1906, dio indicios de la existencia de una ciudad amurallada y distribuida urbanísticamente, (conste que existen diferencia de años antes que, el descubrimiento de Machu Picchu)1; difunde, que posiblemente antes de la conquista -lo reafirma Estrada V.E. (1957), con fechas de C-14, producto de lo excavado en las estribaciones noroccidentales de los cerros, en el lugar denominado La Sequita-Pepa de Huso, precisamente donde excavo inicialmente Francisco Huerta Rendón, quién había observado la superposición de tres fases culturales en el lugar, siendo la última de ellas, la denominada epónimamente “Manteña”, quien estimo la ocupación entre 1100 y 1.400 d. C., para los “corrales” (asentamientos y áreas de estructuras habitacionales-ceremoniales), terrazas agrícolas, silos-tumbas, pozos receptores de agua-albarradas, estructuras civiles para generar microclimas, sistemas de drenaje y riego, etc. etc., del Cerro de Hojas y Jaboncillo-; reconoce que no se puede corroborar que aquellos estuvieran en uso para 1531 d.C., año de la llegada de los Españoles a Manabí.
 
Esto plantea la desaparición de estas comunidades, de las cuales no hay vestigios -hasta ahora- durante las primeras décadas de la colonia. Esto nos patentiza una interrogante necesaria de escudriñar. La mirada evolucionista, prevaleciente sobre el afán difusionista, en la investigación Ecuatoriana, no explica la aparición o desaparición de estas sociedades concretas. Las particularidades de los grupos que habitan  esta territorialidad a  la conquista, según  testigos de  la época, distan mucho de aquellos que les reconoce la arqueología, aun descontando la carga ideológica de estos testigos, dado su origen español.
 
EL HECHO COLONIAL Y LA IDENTIDAD “MESTIZA”*
 
El hecho colonial no es suficiente para explicar el conflicto de identidad de la población mestiza, reverenciada como nacional. Los mecanismos de aculturización, la destrucción del hábitat, el proceso genocida por la captación de los territorios y recursos naturales, la pérdida del lenguaje, atuendos, conocimientos especializados, tradiciones culinarias, tabúes, ritos, formas de organización social y política, etc., conllevan a un franco proceso de desaparición o exterminio masivo, que afecta a la preservación de las identidades aborígenes.
 
La asimilación indígena, por la estructura política colonial, como fuerza laboral dirigida a las actividades productivas desarrolladas en la sociedad mayor y, la educación asimilacionistas, los categoriza en el eslabón más bajo de la pirámide social, lo que conlleva a la creciente desvalorización de la identidad étnica y el desplome de la autoestima por parte de los naturales.
 
El propósito de reafirmar la identidad nacional ecuatoriana, tiene esfuerzos infructuosos y sigue siendo una entelequia cotidiana. Se olvida de raíz el problema étnico y la diversidad cultural y se insiste en la identidad homogenizadora y excluyente, en la unidad de lo diverso. La identidad se torna menos viable actualmente, a pesar de que los indígenas empiezan a tener voz, exigen la reivindicación de sus derechos y demandan una reinterpretación de la historia con una versión de los excluidos. Pero para su logro hay que forjar la identidad sobre las bases étnicas locales y reproducir vigorosamente las culturas ancestrales, enseñoreando nuestras raíces, para atenuar y amenguar la presencia del occidental colonizador.
 
Parecería que el mestizaje es el primordial factor del conflicto de identidad de los pueblos, ya que el mismo, no solo permitió una fácil asimilación de la cultura dominante, sino la filiación total de los mestizos con los colonizadores y su axiomático desprecio con lo vernáculo, sin darse cuenta del boomerang, expresado como omisión u olvido.
 
En el siglo XIX, el romanticismo europeo conceptuó la recuperación de las raíces étnicas, las lenguas vernáculas, la tradición oral, la música, la danza, las instituciones sociales, etc. y sentó sobre él las bases de los nacionalismos. En cambio, en nuestro continente, los esfuerzos convergen a negar las raíces étnicas locales y a apelar a las europeas e inclusive llegan a latinizarnos, sin beneficio de causa, ya que de latinidad carecemos y de indianidad rebosamos. Esto es manejado por los países capitalistas y no por los nuestros, que requieren con urgencia reencontrarse consigo mismo.
 
 
 
 
 
 
 


1.- El 24 de julio de 1911 es conocido como la fecha del "descubrimiento" de la famosa Ciudadela inca de Machu Picchu, tesoro arquitectónico que había permanecido oculto, por más de cuatro siglos, bajo la exuberante naturaleza del cañón del Urubamba. Este hallazgo fue hecho por el controvertido antropólogo, historiador o, simplemente, por el explorador norteamericano, de la Universidad de Yale, profesor Hiram Bingham.
* Como se define o quienes serían mestizos? Los que no son negros o indios puros? Pero si las razas no existen!...
LO INDIGENA Y SU SIMBIOSIS NACIONAL
 
La cuestión indígena esta mimetizada, ausente del análisis de la realidad del país. La historiografía y el pensamiento sociológico oficial no enfocan, no revelan la problemática étnica del estado. Los mismos indígenas no han replanteado su pensamiento tradicional. Los indígenas continúan objetivizados y no son considerados sujetos de la historia. Sus proyectos dentro del marco conceptual son asimilacionistas y desarrollistas. Se evoca el pasado aborigen y se desconoce las culturas vivas actuales. Claro, los muertos no están de parranda.
 
En este continente, la lengua colonizadora se oficializo, mientras las vernáculas se las excomulgo o se las circunscribió al ámbito indígena, negándoles inclusive a usar los nombres propios en sus lenguas, es decir se las criminaliza. La tradición oral o literatura vernácula, la danza y las manifestaciones religiosas, siguen siendo vistas como idolatrías o jugarretas del demonio. Hoy es igual. El indigenismo no aborda el tema del mestizaje, el mismo que lo interpreta en su retórica política, olvidándose de la territorialidad local-regional y de las etnias que lo habitan. Hablan de lo indígena como algo ajeno a su propia identidad.
 
La sociedad de los siglos XIX y XX, conceptuó la estructura social en lucha de clases, sin tomar lo étnico como parte de esta estructura. Hacerlo, significaba transgredir la ortodoxia marxista y se caía en el pecado del “culteranismo”. El reduccionismo economicista extinguía toda interpretación de la realidad ecuatoriana. Solo en los años 70 se rebeló el carácter plurilingüe y pluricultural del país, al irrumpir la etnohistoria en el ámbito científico, salió a flote la presencia de los pueblos indígenas y se expresó una reactivación en la historia de la resistencia aborigen.
 
El carácter multiétnico es desconocido aun, hay ausencia, desconocimiento e invisibilizacion de la realidad indígena y el proyecto de nacionalidad sigue siendo una utopía. Para valorizar lo indígena, primero hay que reintentar y reinventar el proceso del conocimiento. No se puede hablar, ni valorar, lo que no se conoce. Para esto, hay que involucrar a los indígenas (serranos, cholos, montubios), negros - mulatos  y a los mestizos. Las relaciones interétnicas responden de la percepción y actitudes de las partes inmersas en dichas relaciones. Hay que averiguar el rico y complejo universo de las entidades étnicas, rescatar lo más profundo de su cultura y exteriorizar las preguntas fundamentales sobre su existencia. La información actual, no permea a la sociedad en general.
 
Quienes son, de donde vienen. Cuál es, cómo fue su hábitat y como se ha transformado hasta la actualidad. De que viven y cómo han transformado los problemas de subsistencia. Cuál es su tecnología y los impactos de las influencias externas. Cómo se organizan socialmente, que sistema de parentesco rige en ellos. Cómo se maneja su mundo natural y social. Cómo se organiza el poder y cómo se lo trasmite. Cuáles son los mecanismos de la reproducción cultural. Cómo se organiza el conocimiento. Cómo conciben la naturaleza y cómo se relacionan con ella. Cómo se articulan con la sociedad nacional. Cuáles son sus nociones de tiempo y espacio, sus dioses, sus mitos y sus ritos. Cómo se establecen y se conservan los rasgos seculares en las relaciones interétnicas, con los otros pueblos y con la sociedad nacional. Cómo se articula su  evolución demográfica, los indicios de su continuidad étnica, el problema del territorio, el aspecto del cambio y la persistencia cultural, el impacto de la utilización de los recursos naturales por parte de agentes extraños a las etnias, el papel de la religión en la vida de estos pueblos y otras preocupaciones… Es necesario ver cómo van y hacia donde se está vislumbrando su destino, como elemento responsable de los factores que inciden en su situación actual y su futuro. El país necesita recrearse y reescribirse.
 
ASUMIR LA IDENTIDAD
 
Rescato el llamado de la historiadora Carmen Dueñas de Anhalzer: “Los manabitas debemos vivir nuestra identidad, no mistificarla, sino asumirla con una actitud crítica para sentirnos fortalecidos en este proceso de globalización. Tener conciencia de lo que somos y hacia dónde vamos. La identidad manabita significa mirar el futuro. Modernizarnos, significa vigorizar nuestra identidad, recuperar la estética de nuestra vida y de nuestras viviendas a las que hemos permitido que se rodeen de basura”. “La identidad es valorizar lo nuestro, estar conscientes de quiénes somos y asumir los nuevos compromisos como la de convertirnos en una sociedad civil fuerte que defienda los derechos humanos, que asimile los aportes de la interculturalidad porque la identidad es algo vivo. En Manabí, la identidad manabita está en permanente construcción, si se quiere, de lento enriquecimiento cotidiano. No es eterna. Es una constante?, es horizontal, un producto de todos los sectores sociales, porque es tan vigorosa y tan permanente.”
 


 

 

 

 

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