LA
MIRADA INTERROGADA
Manuel Eduardo Andrade Palma
Una
visión y evaluación sobre el tema cultura y la gestión administrativa del
mismo, en nuestro país, siempre es y ha sido necesario, por lo que urge
auscultar su rol, dinámica, estructura interna-externa y por ende, los
resultados que exige la sociedad y gobierno nacional; quien en definitiva,
emite los recursos para que se ejercite un armonioso desempeño del quehacer
cultural, con perspectivas renovadoras que se ajusten al cambio de época. ¿Pero
hacia dónde bogamos? Ya que, sin lugar a dudas, este es un contenido que arrastra
anquilosadas estructuras administrativas, sin objetivos, ni consecuencias
claras; con creciente burocracia y fútil liderazgo, sin
trascendencia, ni evidencias; lo que torna tenso y delicado, la tratativa de este testimonio.
Los entes
culturales a nivel nacional, como entidades que generan conocimiento y
espiritualidad, se encuentran desarticuladas; se podría decir que deberían unificárselas
u otras, desaparecerlas por su negligente accionar; bajo la regencia de una
nueva ley que regule el accionar y objeto para el que fueron creados, esto es
un imperativo para desterrar el latrocino administrativo y el colonialismo de
nuestra mentalidad y memoria mediatizada.
El proceso cultural ecuatoriano ha sido
inmarcesible, dilatado e importante, pero siempre será poco lo realizado, para
todo lo que por hacer falta. Su complejidad radica en los juegos de poder, de
intereses y demandas individuales o múltiples del ente administrativo, de la
sociedad y de quienes usufructúan de los mismos.
El reto
es generar y desarrollar nuevos procesos que en la actualidad demanda el cambio
de matriz productiva en pro de un alentador talento humano, de modo que no se
obtengan insustanciosos oropeles liricos-fatuos, sino que su aporte sea un generador
revolucionado y potencializado de nuestra mente y pensamiento cognoscitivo, por
un nuevo país, con visión y misión transformadora, como si regresáramos del
futuro.
Las
preguntas fundamentales radican en: ¿Cómo vamos a efectivizar, intensificar y
fomentar las políticas gubernamentales en este campo? ¿Qué mecanismos se implementaran para
reutilizar e incorporar las subjetividades e investigaciones de los múltiples
actores y gestores culturales? ¿De qué manera articularemos los espacios y
territorios para un consciente debate y reflexión? ¿De cómo exterminamos el dadivoso
paternalismo -estatal e institucional- generador de una mediática y fáctica expresión
cultural?.
En este
país multiétnico y diverso culturalmente, con una inmensa carga de pensamiento,
conocimiento y mentalidad colonial, con una memoria desvirtuada y mediatizada,
nos surge desde la otredad una mirada interrogadora, ¿será posible que el
gobierno nacional en sus intencionalidades contemple un cambio de matriz en la
mente de los ecuatorianos, educándonos con nuevos criterios cognoscitivos,
desentrañándonos de nuestro anquilosamiento intelectual y convirtiéndonos con
nuevas políticas en homo sapiens-sapiens, orgullos de un nuevo país?. ¡Queda en
vuestras ejecutorias la respuesta, señores de la Asamblea y Gobierno Nacional!.
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